Disco Recomendado: La Vida Bohème y su retrato de América Latina en "La Lucha"

El desarrollo de su música tanto en contenido como en forma se ha visto permeado por todo esto. Precedido por un primer EP en 2007 con canciones todavía en proceso de ser mejoradas, su debut Nuestra apareció en 2010, justo cuando Chaves era más Chaves que nunca. Rabioso, desencantado pero nunca resignado ante ese destino (prueba de eso las guitarras y una tendencia ciertamente “disco indie”), fue su carta de presentación. Ayudó la aparición de “El Buen Salvaje” en el soundtrack de FIFA 12 para su difusión, y rápidamente se convirtieron en la banda con mayor proyección de su país.
Cuando aparece su LP Será en 2013 logran que Latinoamerica ponga sus ojos en ellos. Con una narrativa incluso mejor que en su debut, el cantante Henry D’Artenay profundiza en diversos aspectos de la historia de Venezuela (sea desde lo geográfico, lo costumbrista o sucesos concretos como en “Viernes Negro”) mientras su música adquiere un tono más focalizado, profundo, diverso, con matices latinos pero de una manera más personales e introspectivos. En ese marco tuvimos la oportunidad de verlos en su primera visita a Colombia, en un Armando Records que con una audiencia respetable pasó unos cuarenta minutos disfrutando al lado de una banda atronadora como pocas hay actualmente en la región.
Durante la gira promocional eligieron radicarse en México por el recrudecimiento de la situación en Venezuela. Desde el exilio, con más experiencia y mayor capacidad de acción los D’Artenay, Souza, Ayala y Briceño dan forma definitiva a lo que, por lo escuchado en La Lucha, era solo un primer acercamiento en sus trabajos previos: a una amalgama radicalmente distinta entre música tradicional latinoamericana y energía indie rock.
Si en el primer álbum la banda tomó como punto de referencia a The Strokes y el segundo a Bon Iver (esto en palabras del mismo D’Artenay), en el tercero podría decirse que Café Tacvba fue el punto de partida. Producido por Visitante de Calle 13, la mano de este se nota en cada aspecto de ‘La Lucha’, un trabajo que, debo reconocer, me tomó completamente fuera de base, incluso reconociendo sin reparos lo sensacional que fue escuchar y ver “Você”.
Si hay algo que no pierde D’Artenay es la habilidad de ponerse en un punto medio entre verso y prosa. Demasiado contundente para ser poeta puro, demasiado lírico para ser un cronista en el sentido estricto de la palabra; en La Lucha representa un personaje que pasó por miedos, dudas, inseguridad y luchas internas durisimas, pero ahora está dispuesta a enfrentar todo eso con la entereza que exigen tiempos tan inciertos como los actuales. No es un álbum partidista o con una tendencia ideológica marcada. Es universal, acoge la misión de afrontar los extremos siempre negativos del pensamiento humano y llevarlos a un punto de equilibrio y entendimiento. El timing es impecable, situandose en una realidad concreta que va más allá de la abordada en los discos anti-Trump.
No son muchas las canciones que remiten a sus discos previos (a Será en concreto), pero “Eliseo”, “Los Heridos”, “No Contaba Con Eso” y “Pupitres En Fuego” son notables mejoras de algunas ideas probadas en ese álbum. Por momentos tienen folclor, por momentos juegan con las estructuras con una perspectiva “muy Radiohead” pero sin exagerar. No se puede negar que lo de ellos es rock, pero es uno tan apasionado, ambicioso, atrevido y comprometido con raíces que van más allá de la visión anglosajona que rodea su definición (y que tanto nos gusta, todo sea dicho) como puede esperarse hoy en día de esa cantera inagotable que ha demostrado ser Latinoamerica.
Posiblemente por llevarnos mejor con la contundencia de las guitarras mostrada en sus dos trabajos anteriores no conectamos tanto con ‘La Lucha’ en comparación, pero ni siquiera eso es motivo para objetar el crecimiento de esta banda que ahora pelea bien arriba entre las grandes bandas de nuestro “pueblo al sur de Estados Unidos” que ha dado nuestra generación. Incluso con lo que me cuesta seguir esta nueva idiosincrasia asumida por ellos debo reconocer que deja momentos sublimes y establece eso que suelen conseguir los grandes discos: un compromiso con el oyente. No es fácil de seguir, no siempre se entiende a la primera lo que dice D’Arthenay, pero está claro que captura un sentimiento de época que trasciende su propio origen. Musicalmente se arriesga con las maneras, y eso resulta en un trabajo donde el folclor, el rock más vanguardista y el espíritu remanente del indie rock se juntan para lograr muchos de los ambientes más ingeniosos y desafiantes que hayamos escuchado en mucho tiempo.
Mi recomendada es “Ni Mar Ni Nada”. Incomoda decirlo en estos términos, pero es de esas canciones que hacen que la música de esta región puede competir fácilmente con lo mejor de los anglosajones.
Aquí va “Lejos”.